Venezuela 2021: Prospectiva

 



El 2021 está a la vuelta de la esquina y uno no puede evitar pensar ¿Qué va a pasar el año que viene? La crisis política que nos aqueja tiene tiempo rodando, y en los dos últimos años se ha estancado, debido a las pésimas jugadas realizadas por ambos bandos en pugna, además del rol que jugó EE.UU. Por ello, es tan importante tratar de analizar el escenario actual para realizar algún pronóstico que nos diga cuál puede ser el desarrollo del año que viene en materia de política.

Lo primero que debemos tener presente, es que en enero hay dos fechas claves que marcaran el ritmo de la dinámica política en el 2021. Estas fechas son: el 5 de enero y el 20 de enero. La primera es importante porque se instalará nueva Asamblea Nacional. Y, guste o no guste, esta ha sido elegida por un proceso ajustado a la Constitución. La segunda fecha es importante porque se celebrará la juramentación de Joe Biden como presidente de EE.UU. Es por ello que la  UE está esperando  a ver cómo se comportará la administración Biden con Venezuela, para emularlo. Así pues, tal como ocurrió por las mismas fechas en 2019, podemos ver un efecto arrastre que ayudará a la oposición o la dejará sola en el aire.

Hace poco leí un artículo donde se exponía la posibilidad de que la U.E tomará una actitud más laxa hacia la facción que lidera Juan Guaidó, reconociéndolo como presidente de la Asamblea Nacional, hasta allí. Esto es, sin duda, una suerte de telegrama que le dice a la oposición que no habrá tanto apoyo desde el Sistema Internacional. El panorama, entonces, se vuelve poco halagüeño. La oposición está fragmentada y sin un asidero institucional, con pocas gobernaciones, lo que hará cuesta arriba cualquier estrategia diseñada para el 2021.

Pero me he adelantado mucho. Mejor retrocedamos unos cuantos pasos más para ver el escenario. Primero tomemos en cuenta las variables claves para cualquier cambio en la crisis que vivimos: el gobierno de EE.UU.

La oposición venezolana ha puesto todos sus huevos en una sola canasta, apostando con fuerza al apoyo internacional. Esta jugada se basa en la percepción errada que tienen sobre su importancia para el gobierno estadounidense. La actitud de Donald Trump les hizo creer que América Latina —y Venezuela en especial— eran piezas claves y fundamentales del Interés Nacional de aquel Estado. Pero, lo cierto es que para EE.UU. las prioridades eran otras: Asia, Medio Oriente y Europa.  Por ello, no sería hasta mediado de su  mandato, y en especial al final, que Donald Trump se interesaría en Venezuela, como parte de su estrategia de cara al próximo proceso electoral.

Ahora EE.UU. tiene un nuevo presidente. Joe Biden pertenece a una corriente política diferente y tiene una serie de retos a los que hacerle frente; que nos plantean una serie de dudas, siendo la más importante: ¿Qué pasará con Venezuela?

Donald Trump casi desmonta el sistema de alianzas de EE.UU. Puso en duda la credibilidad de su nación, además de exacerbó las contradicciones internas. Deja a un país ardiendo. Por eso, la Administración Biden deberá dedicar los 100 primeros días de su mandato a resolver el problema interno —El problema racial, el descontento, la pandemia, la economía— y luego tendrá que hacerle frente al Sistema Internacional.

En materia de relaciones internacionales, Biden tendrá la tarea de reconstruir la credibilidad de EE.UU. con sus aliados, también deberá resolver o apagar los fuegos en Medio Oriente, además de continuar su pugna con China. Considerando toda esta agenda de trabajo, es claro que Venezuela y Latinoamérica pasaran a un tercer o cuarto plano.

No conforme con ello, debemos recordar que la Administración Biden empieza con una serie de “plomos en el ala” entre los que tenemos: a) tiene un parlamento donde hay una mayoría republicana. Este sector no le dará mucho margen de maniobra. Creo, que para hacer cosas significativas, Biden tendrán que hacer muchos sacrificios. B) Biden está llegando al poder con un voto que no le pertenece ¿Qué significa eso? Muchos no votaron por él porque le creyeran, sino que lo hicieron para librarse de Trump, lo que significa que no cuenta con todo el apoyo que cree poseer. Este apoyo, si hace algo mal, puede desaparecer. C) como ya se dijo Biden tiene la casa ardiendo, pero no solo por los problemas sociales y étnicos, sino porque hay una nueva fuerza política en el barrio: el trumpismo. Donald Trump se fue, pero su forma de hacer política, su mentalidad sigue allí, con una buena cantidad de seguidores que están dispuestos a hacerse escuchar.

Con trabajo que hacer afuera, con problemas dentro de casa, con el parlamento en contra, EE.UU. se moverá con una doble marcha o  velocidad. Es muy probable que el ritmo interno marque el paso a lo extranjero y viceversa.

Es por ello, que es muy probable que EE.UU. no le otorgue a la oposición venezolana el mismo espaldarazo que le dieron en 2019. La modalidad será otra. Pero, hay cierta esperanza. Biden eligió —si el parlamento se lo ratifica— como Secretario de Estado, a un hombre que pareciera no ser tan duro como Pompeo. Pero, lo cierto es que si lo es. Su próximo Secretario de Estado es un hombre que sigue la tendencia del Liberalismo Internacional, que juega con las herramientas del Poder Blando (Cultura, negociación, inteligencia, seducción) y las herramientas del Poder Duro (coerción a través del uso de la fuerza o la economía para alcanzar un fin deseado) o lo que se denomina Smart Power. Este señor, por lo tanto se puede sentar a negociar,  pero tendrá bajo la manga cualquier opción dura en caso de que la negociación falle. Probablemente use ambas a la vez. Así pues, si bien el nuevo presidente apuesta por la diversidad y el progreso, no pensemos, ni por un momento que estaremos frente a una Administración laxa y bonachona.

¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA VENEZUELA?

Esa es la gran pregunta y gracias a ella podemos proponer una serie de escenarios. Primero para la oposición significa que no contaran con el mismo tipo de apoyo que antes, eso resta fuerza. Ya el sector de Guaidó no tendrá esa carta blanca que lo hacía intocable. Es muy probable que todo ese apoyo internacional, por el que apostaron en 2019-2020 disminuya. ¿Qué le quedará a la oposición? Bailar al son que le toquen, y es muy probable que la Comunidad Internacional apueste, de nuevo, por los procesos de diálogo y negociación. No conforme con ello, la oposición tendrá que tomar una decisión crucial: ¿ir o no ir a elecciones? Si deciden no ir: se quedaran en el aire, aferrados a un clavo ardiente que se encoge cada vez más. Si deciden ir al proceso electoral, entonces tendrá la ardua tarea de movilizar a su electorado. Este, por cierto, percibirá todo lo que ocurrirá como una gran incoherencia[1].

¿Y el gobierno? Este actor lo tendrá más complicado por lo siguiente 1) no sabe con quién está tratando, esta administración es diferente pero ¿Qué tanto? Allí está el detalle, por lo tanto ellos tendrán que tener cuidado con el discurso[2].  2) el gobierno tiene un gran problema económico que creen se resolverán si se levantan las sanciones. También, muchos deben estar pensando que esta nueva administración levantará las sanciones, pero es poco probable.[3] 3) de nuevo el gobierno debe interpretar las señales que le dio el pueblo en el proceso electoral del 6D2020. O dicho de otra forma, deben tener presente que no cuentan con el mismo apoyo de antes, que muchos se están bajando del barco, por lo tanto deben andarse con pie de plomo en el 2021[4] 4) al alcanzar la hegemonía política  ya carecen de adversarios, porque surge una duda ¿A quién le echaran la culpa de sus fracaso? Obvio que a los apátridas y al Imperio Estadounidense pero la cuestión es ¿les creerá el pueblo?

Estas variables nos dicen que si bien Maduro ganó en el 2020, sobrevivió al gobierno de Trump, y probablemente alcanzar un poder total a finales del 2021, lo cierto es que cada vez pierde más. Parece un cantifleo, pero es cierto. Ha ganado en poder, pero está perdiendo porque la estructura que ha construido no soporta el peso. Y es que ese es el mal del populismo.

¿Qué pasará con el gobierno? Pues deben buscar una salida, una forma de resolver el problema sin perder un ápice de poder, y los proceso de dialogo serán idóneos para ellos. Hasta ahora el gobierno de Maduro se ha caracterizado por aprovechar estos procesos para conseguir un segundo aire, la cuestión es ¿Se lo permitirá el nuevo gobierno estadounidense?

EL ESCENARIO

Bueno el escenario inicial no es bueno: pasaremos los primeros 100 días del 2021, mientras Biden se ajusta, en medio de una crisis estancada y manida. El gobierno venezolano seguirá adelante[5] —no tiene razón alguna para detenerse, han hecho todo dentro del “marco de la ley”— mientras que la facción opositora seguirá con sus sueños virtuales, trabajando con base en una continuidad administrativa, que carece de asidero y que se basa en una consulta dudosa. Así que de nuevo tendremos una Venezuela paralela y una real, cosa que en vez de resolver los problemas del venezolano lo intensificaran. Es muy probable que el gobierno se concentre en lo político y las elecciones, dejando de lado económico. Aunque, siendo sincero, la resolución del problema económico pasa por el político, pero la administración de Maduro no está interesada en la resolución de la vertiente política que nos llevara al fin de la crisis económica.

En síntesis: seguiremos en la misma crisis política durante el primer semestre, y ya en el segundo surgirá algo, esto aparte de las elecciones. Y, en ese tránsito llegaremos al final del 2021 la cuestión es ¿La crisis económica lo permitirá? Tendrá que amanecer y veremos.  Yo no apostaría por una solución a corto o mediano plazo, porque todo dependerá de las proyecciones y percepciones aparente de los actores políticos venezolanos; y es evidente que la mayoría de esas percepciones están erradas.



[1] La oposición venezolana siempre ha esgrimido que el CNE es fraudulento, por lo tanto si participan en las elecciones de gobernadores, dicha aseveración quedaría en duda. Pero, siendo sinceros, participar es la mejor opción. La oposición tiene Estados donde podría conseguir espacios como es la región Andina, Zulia, Sucre, Nueva Esparta, Miranda tal vez. entre otros. Y, siempre es mejor tener algo, una plataforma o espacio, que no tener nada.

[2] Todos sabemos que ignoraran este punto y asumirá el discurso conflictivo e incoherente  de  siempre. Tenderá la mano, pero a las primeras de cambio comenzaran los insultos. 

[3] Las sanciones contra el gobierno de Maduro fue resultado de una negociación conjunta en el poder legislativo, para levantarlas la administración tendría que echar para atrás ese acuerdo, siendo sincero: no lo harán.

[4] El descontento es muy grande y se manifestó en la gran abstención del 6D. Es por ello, que es muy probable, que las elecciones venideras intensifiquen ese descontento, que podría verse reflejado en una poco participación o en la pérdida de muchos espacios. A la larga, este proceso, en especial a los posibles resultados de este tipo de elecciones —especialmente si los espacios son conquistados por partidos diferentes al PSUV— podría llevar a la fragmentación o atomización del chavismo. Capaz, en el futuro, el chavismo sea la oposición del mismo chavismo.

[5] Lo que significará para algunos ajuste de cuentas por los hechos del 2019-2020, cosa que no será muy producente.

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