Conflictos Ignorados I: La Guerra en Tigray



    El otro día di mi punto de vista sobre la Guerra en Ucrania y esgrimí algunas razones por las cuales no creo, que estemos frente a la tercera guerra mundial; aunque si acepto el fenómeno ha tenido un potente impacto en el sistema internacional. Distorsión que fue intensificada por el conflicto, porque recordemos que gracias a la pandemia de COVID-19 ya la economía global se estaba resintiendo.

    En dicho texto, dije que tal vez tocaría otros conflictos, que han quedado en segundo o tercer plano gracias al conflicto en Ucrania. La intención, es resaltar el  hecho de la existencia de la guerra como una constante en el sistema, pero también que los medios le dan cobertura a lo que les interesa. Eso, sin contar el etnocentrismo que existe —para no usar palabras más fuertes—, a la hora de tratar dichos conflictos. Actitud que nos hacen pensar, que algunos pueblos son más relevantes que otros. Aunque, en el caso de los conflictos ignorados, muchos están en zonas de igual relevancia geopolítica como Ucrania.

    RT me recordó ayer varios de estas guerras: la de Afganistán (de esta ya hablé y creo que se puede dar por perdida hace rato) la de Siria (hace poco Turquía dijo que iba a realizar una acción militar en la región) la de Yemen (ese conflicto cayó en una zona gris) y la de la región de Tigray.

    Curiosamente, estos conflictos se encuentran en lugares geoestratégicos. Yemen  en toda la entrada del golfo pérsico y el mar rojo. Tigray, una región de Etiopia, podría desestabilizar el cuerno de África, por lo tanto la salida del mar rojo y el golfo pérsico hacia los mares de Asia; y Afganistán está casi que en el Corazón de Eurasia, de allí su importancia.   

    Pero, vamos a reseñar el de Tigray. Este es un conflicto de baja intensidad —inicialmente entre fuerzas perteneciente a una región autónoma contra el Estado central—, donde diferentes actores han jugado un papel significativo. El conflicto, no ha escalado, aunque es evidente que alguno de los beligerantes ha recibido asistencia de actores extraterritoriales. De acuerdo a las diferentes fuentes consultas, Eritrea y Yibuti han dado cierto apoyo al gobierno de Etiopia, para luchar contra los rebeldes tigriños.

    De acuerdo al artículo: ¿Qué está pasando en Etiopía? Siete claves del conflicto en Tigray; escrito por Begoña Rodríguez Pecino; publicado en la página online Ayuda en Acción, en el año 2020 (que fue actualizado en 2021) el origen del conflicto se encuentra en:

Durante décadas, el FLPT fue el partido dominante en Etiopía. Sin embargo, la situación cambió con la llegada al gobierno de Abiy en 2018. El nuevo ministro acusó a funcionarios de antiguos gobiernos de corrupción y abuso de derechos humanos, y expulsó del gobierno central a algunos políticos de este partido.

Además, disolvió la coalición multiétnica que había gobernado Etiopía hasta el momento y creó un nuevo partido. El FLPT se negó a formar parte del mismo y también rechazó las negociaciones de paz entre Etiopía y Eritrea tras 20 años de guerra, argumentando que no se habían tenido en cuenta sus intereses.

Las hostilidades crecieron el pasado septiembre, cuando Tigray celebró elecciones regionales a pesar de haber sido aplazadas por el gobierno federal debido a la COVID-19. El gobierno no reconoció la legitimidad de esos comicios y puso fin a las relaciones y presupuestos con Tigray[1].

    El conflicto parece tener su origen en una giro del gobierno central, que al parecer esta tomado un sesgo más autoritario, y temiendo perder los derechos adquiridos, la región de Tigray decidió tomar la acción. Con un casus belli dudoso, el gobierno etíope ha tomado una postura beligerante, que acuerdo a otras fuentes, como el diario El País, dicho conflicto ha tomado un cariz genocida.

Las masacres de civiles, el hambre obligada, las violaciones en grupo. Lo ocurrido en el oeste de Tigray trasciende los horrores de cualquier guerra: esa violencia extrema sedimentada en el caos y los círculos viciosos de crueldad y venganza. Más que producto de la impunidad y la sangre caliente, los excesos encajan en una campaña diseñada para expulsar a los tigriñas de su tierra. Para limpiar étnicamente esta fértil área y repoblarla con oriundos de Amhara, extensa región al sur de Tigray. Este es el principal hallazgo de un reciente informe con título explícito: We will erase you from this land (Os borraremos de esta tierra)[2].

    Esto nos permite afirmar lo siguiente: el conflicto tiene su origen en la polarización y la incapacidad del sistema para llevar adelante un gobierno de cohabitación. Aunque, es evidente que tiene mucho que ver con el rol del primer ministro y la decisión unilateral de llegar a una cuerdo con Eritrea sin tomar en cuenta los intereses de algunas regiones. A la consolidación de este poder, hay que agregarle un gran dilema, y es que la zona montañosa del Tigray es una zona rica en recursos, que al parecer, según lo expuesto por el artículo del diario El País, al gobierno central le interesaría poseer esos recursos y entregárselo a la etnia amhárico, que está en consonancia con aquellos que, al día de hoy detentan el poder. Así que entre estas causas coyunturales, hay que agregarle las estructurales, que ponen en evidencia que nos encontramos frente a un eventual, si no ya de facto, conflicto étnico.

    Este conflicto, apenas atendido por la comunidad internacional, de acuerdo al artículo de Ayuda en Acción ha tenido algunas consecuencias

El conflicto en Tigray está agravando los problemas ya existentes en la región: a la pobreza y desigualdad enquistadas se suman que es una de las más afectadas por la plaga de langostas del desierto. Además, la suspensión de apoyo a esta región por parte del Gobierno ha venido a emporar la vulnerabilidad, sobre todo para niños, niñas y mujeres. Miles de jóvenes están desempleados. Colegios y centros de salud no cuentan con suficientes recursos para atender a la población, menos aún en tiempos de COVID-19. Tampoco debemos olvidar la sequía, un enemigo que pone en jaque la seguridad alimentaria de miles de familias[3].

    Este conflicto es importante, porque en el caso de escalar, podría desestabilizar todo el cuerno de África. Aunque, tomando en cuenta que uno de los vecinos es Somalia, más que causar semejante desbarajuste terminaríamos intensificándolo.

Aunque sí hemos tenido presencia histórica en la zona, ahora mismo no contamos con programas de desarrollo en Tigray. Sin embargo, la inestabilidad de la región podría extenderse fácilmente a nuestras áreas de actuación, que se encuentran en la mitad sur del país. En concreto, trabajamos en Oromía y en la Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur. De hecho, ya se han comenzado a registrar algunos accidentes con ejército federal y grupos armados locales en zonas como Borena, Oromía[4].

     Lo cierto es que las cifras de refugiados y desplazados han aumentado significativamente, además que las condiciones de dicho conflicto; al ser de baja intensidad, restringen el margen de acción de los organismos internacionales. Tal como nos reseña el Rodrigo Santodomingo.

Bader admite que la ausencia de una distinción nítida entre agresores y agredidos limita la atención internacional del conflicto: “Los relatos simples suelen generar mayor interés”. Aunque insiste en que una limpieza étnica generalizada supera en gravedad a la categoría crímenes de guerra. En el oeste de Tigray, los segundos han sido con frecuencia un medio para lograr ese fin de vaciar la zona de tigriñas. “El mundo ha de conocer la magnitud de lo ocurrido”, resume Bader[5].

    Este conflicto, donde es evidente que el gobierno etíope está haciendo todo lo necesario para aplastar a una región que ha cuestionado su hegemonía gubernamental, ha quedado en segundo plano. Lo que preocupa, especialmente por todos los problemas, a niveles sociales, económicos y político que implican las guerras. Concluye el artículo del País de una forma, que reivindica esta entrada del blog, y es que existe un doble rasero, no solo en las organizaciones internacionales, sino como los grandes medios deciden darle mayor o menor cobertura a un fenómeno. Y, esta actitud, suele dar pie, para que los tiranos y abusadores se salgan con las suyas.

Gallopin confía en que la repercusión global del horror en Bucha y otras ciudades ucranianas tenga un efecto contagio en Tigray. O en otros lugares del mundo donde la barbarie se ha hecho ley. “Esperamos que esa mayor sensibilidad se traduzca en acciones decididas para parar la guerra en Etiopía y que los culpables rindan cuentas”. Bader se muestra más escéptica: “Resulta frustrante el doble rasero. Nuestro informe ha logrado pocos titulares en la prensa internacional, todo es Ucrania... Parece como si el mundo solo pudiera ocuparse de una gran crisis al mismo tiempo”[6].

    Concluyo, aunque tiene su tendencia, no deja de ser cierto; con lo expuesto por RT, en un artículo titulado Violaciones de DD.HH. y más de 2,5 millones de refugiados: la guerra en Tigray, el brutal conflicto que quedó olvidado en medio de la crisis en Europa, publicado el 3 de Julio, donde la redacción cierra un detallado informe con lo siguiente:

A pesar de que las organizaciones transnacionales humanitarias se han pronunciado ante el genocidio y los crímenes de guerra en el Tigray, los principales gobiernos del planeta han brillado por su poca asertividad. ​​El profesor Mulubrhan Balehegn, de la Universidad de Florida, recuerda que, apenas dos meses después del inicio de la operación especial de Rusia en Ucrania, el presidente de EE.UU., Joe Biden, y los legisladores canadienses ya habían utilizado el término "genocidio" en sus críticas hacia Moscú. Sin embargo, estos mismos gobiernos no solo restan importancia a un genocidio real y una limpieza étnica ampliamente documentada en la región de Tigray, sino que siguen prestando apoyo diplomático al gobierno etíope, agrega el analista.

La prisa de los líderes occidentales por declarar que se está produciendo un genocidio en Ucrania y evitar hacerlo en el caso de Tigray, cuando ya han transcurrido veinte meses de guerra, según Balehegn, puede ser el síntoma de un orden mundial neoliberal cuyos principios básicos y prescripciones de política global producen atrocidades masivas para luego provocar respuestas selectivas basadas en intereses políticos, económicos y de seguridad[7].

    El conflicto aún está en curso, pero hace patente, que el comportamiento de Occidente, hacia el mismo, está fuertemente marcado por los intereses de las grandes potencias; quienes favorecen significativamente al gobierno central. Para los medios y occidente, hay otras cosas más relevantes, y es por ello, que este problema ha sido barrido debajo de la alfombra, como otro de los miles y miles de conflictos que hay en el continente africano.



[1] Rodríguez Pecino, B. (17 noviembre 2020) ¿Qué está pasando en Etiopía? Siete claves del conflicto en Tigray. Ayuda en Acción. [En linea] disponible: https://ayudaenaccion.org/ong/proyectos/africa/etiopia-conflicto-tigray/ [Consultado: 04/07/2022]

[2] Santodomingo, R (19 abril 2022) La guerra en Tigray provoca una limpieza étnica. Diario El Pais. [En linea] Disponible en https://elpais.com/planeta-futuro/2022-04-20/la-guerra-en-tigray-provoca-una-limpieza-etnica.html [Consultado: 04/07/2022]

[3] Rodríguez, Pecino B.  ¿Qué está pasando en Etiopía? Ayuda en Acción.

[4] Rodríguez, Pecino B.  ¿Qué está pasando en Etiopía? Ayuda en Acción.

[5] Santodomingo, R La guerra en Tigray. Diario El Pais

[6] Santodomingo, R La guerra en Tigray. Diario El Pais

[7] Redacción (3 julio de 2022) Violaciones de DD.HH. y más de 2,5 millones de refugiados: la guerra en Tigray, el brutal conflicto que quedó olvidado en medio de la crisis en Europa. Diario RT [En linea] disponible en https://esrt.press/actualidad/434425-guerra-refugiados-tigray-etiopia Consultado: 04/07/2022]


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