¿Para qué sirve un politólogo?
Una
de las preguntas que más me han hecho es
¿Para qué sirve un politólogo? La
primera vez me la hizo un amigo, en una conversación de sobremesa luego de una
partida de Calabozos y Dragones (¿o fue antes?) en aquel entonces, yo comenzaba
la carrera, mi círculo cercano de amigos —los de la universidad apenas los
estaba conociendo— estaba conformado por estudiantes de la UNIMET algunos eran
de Ingeniería y los otros Estudios Liberales. Otro amigo era un filósofo de la
UCAB, había otros de Idiomas Modernos, de la misma metropolitana. ¡Menudo
circulo! En fin, la pregunta surgió en aquel entonces, y surgiría después con
mucha frecuencia, a raíz de las intensas discusiones que los estudiantes de
ingeniería tenían con sus condiscípulos de otras licenciaturas. ¿A qué se debía esa contienda? Pues, si esta
memoria mía no me falla y no levanto falso, la UNIMET tiene como consigna el no
graduar a simple licenciados, sino formar a personas integrales.
¿Qué significa eso?
Se preguntaran, pues algo muy sencillo: que
tú no ibas a pagar para que solo te formaran como ingeniero, sino que
ibas a aprender otras cosas. En la práctica esto se veía reflejado de muchas
formas: la primera es que hay un ciclo básico que es común a todos, superada
aquella ordalía cada estudiante iba a lo suyo…. Bueno, no del todo, porque
luego tenían que ver materias complementarias en las que tenían que compartir
espacio con sus condiscípulos. Así tuve el placer de ver a mis amigos que
estudiaban ingeniería en sistemas discutir con los otros sobre filosofía o
hablando de X o Y trabajo en una materia llamada: Cine y Literatura. Para algunos de ellos era una molestia, para
otros esas materias eran una tabla de salvación porque solían funcionar como un
colchón para sus promedios.
Lo
que más enardecía a los ingenieros, es que ellos perdían tiempo, pero los de
estudios liberales no. Pues, si bien al futuro ingeniero lo obligaban a ver
Cine y literatura o Introducción al pensamiento occidental (por lanzar un
nombre al viento) al de Estudio Liberales o economía o derecho o cualquier
otra, no lo obligaban a ver Calculo II, III o Calculo diferencial o Matemáticas
Financiera (por lanzar otra daga al viento) y eso a cualquier persona no le
parece justo. Y aún más cuando se está pagando por la educación. Sumémosle a
ello que podías no solo estar pagando para estudiar, sino que había una hermosa
posibilidad que no fueses nativo de Caracas, por lo tanto estabas aquí en una
residencia, lejos de tu casa, lo que implica gastos de manutención y la
necesidad de buscar una chamba de medio tiempo para costear gastos. En la
Venezuela de aquel entonces se podía.
Junten
esas variables y entenderán porque los futuros ingenieros en sistemas echaban
chispas cuando caían en cuenta de lo que estaba pasando. Si eso les hacía echar
chispas, imagínense cuando interpelaban a uno de Estudios Liberales y no daba
una respuesta clara de lo que él podía hacer. Peor aun, cuando preguntaban por
el significado del concepto Liberal. (nota:
tiene que ver las siete artes liberales de
la Universidad Medieval)
Por
suerte, aquellas tertulias solían darse de forma esporádica y después de haber jugado
un rato, ya que esta actividad lúdica tiene un efecto catártico; lo que a veces
baja los ánimos. Vamos, ya la gente
estaba relajada. Otras veces no se daban en buenos términos.
Cuando
me preguntaban a mí, pues yo sabía que podíamos hacer nosotros los politólogos.
Y aun sé para qué somos útiles. Pero, cuando salí de mi escuela, con mi panoplia
intelectual, espiritual y emocional presta para el combate y le hice frente al
mundo real me di cuenta que no todo era color de rosa. Una vaina es que tú, estés al tanto de para que sirves. Otra muy diferente es que los demás lo sepan. Y
ese, damas y caballeros es el gran dilema del licenciado en Estudios Políticos.
Huelga
decir, rompiendo una lanza por los míos, que en un país como el nuestro, con la
política tan polarizada —en especial desde el 1998— ejercer nuestro rol es muy
difícil. Nuestros patrones tienen unos sesgos ideológicos muy fuerte y muchos
de nosotros también. Lo que es peor aún, muchos entre los de nuestra grey no
han internalizado el hecho de la objetividad y que el politólogo debe dejar de
lado ese sesgo si desea ejercer.
Nosotros
no tenemos bando o ideología, no tenemos amigos o partidarios, tenemos
patrocinantes. Tan sencillo como eso. Y este cinismo, esa naturaleza mercenaria
se debe a una cosa: nuestras competencias. Pero antes de señalarlas, debemos decir ¿Qué somos?Buscando
en diferentes medios, he encontrado algunas definiciones que me gustaron y con
ellas hice lo siguiente (van ajustadas, parafraseadas y manoseadas):
Lo
primero que hay que saber es que la disciplina que ejerce el politólogo se
denomina: politología. A la misma, podemos definirla de una forma muy laxa como
la ciencia dedicada al estudio de la política. Por lo tanto, puede afirmarse
que el politólogo es la persona con cierta experticia en política.
Esta
denominación es la que le corresponde a aquel que ha cursado estudios en ciencias
políticas. Aunque el vocablo (y aquí comienza uno de nuestros dramas, del cual
hablaré otro día) se ha empleado de
forma relativa para señalar aquellos individuos que, más allá de sus estudios
formales o académicos, han demostrado un gran conocimiento sobre política.
¿Qué hace un politólogo?
Un
licenciado en Estudios Políticos y Administrativos (de ahora en adelante usaré el título de un egresado de la UCV) posee una serie de herramientas que le permiten:
estudiar, analizar e incidir en las relaciones de Poder, ya sea en la sociedad,
el Estado o cualquier otra organización. En gran medida se debe a que poseen una formación en materias tales como
Administración Pública, Economía, Historia, Sociología, Relaciones
Internacionales y Derecho, que le permiten observar su entorno de manera global
y crítica.
La
visión de este profesional le permite comprender cuestiones complejas,
analizarla y diagnosticarla. Curiosamente, en el ámbito de la empresa privada, es un
profesional que suele estar a cargo de la localización de necesidades, de la
planificación de objetivos, del planteamiento de estrategias y del diseño y
gestión de equipos y proyectos. Gracias a ello, es una figura que puede ser relevante dentro de
instituciones y organismos de servicio público, gracias a la fusión de dichas
capacidades con un profundo conocimiento “del modo en el cual funcionan el sistema
político y la Administración Pública”. (Yo descubrí que la cosa no era así cuando
salí al mundo, pero ese cuento es para otro día)
Veamos
algunas de las competencias de un politólogo:
- Resolución
de problemas y capacidad para negociar;
- Atención
a los detalles;
- Capacidad
de síntesis, análisis, relación de conceptos y autoevaluación;
- Buena
predisposición para trabajar con otras personas;
- Apertura
al pensamiento crítico y gran imaginación;
- Espíritu
curioso e interesado por todo aquello que lo rodea;
- Adaptabilidad,
sociabilidad, tolerancia y polivalencia;
- Gusto
por la lectura, buena memoria y un buen bagaje cultural.
Con
ello se puede afirmar que el politólogo es
— o debería ser— un profesional capaz de observar los detalles a su alrededor,
analizarlos y aprovecharlos en el estudio de diversos fenómenos de interés para
los ámbitos social y político.
En
síntesis el politólogo analiza la realidad política y social de su entorno,
para luego evaluar e implementar diversas estrategias —Si está en el sector público,
especialmente cerca del proceso de toma de decisión sería capaz de desarrollar
políticas sectoriales—. Por ello el gusto por la lectura es esencial, dado que
su trabajo le exige la adquisición de un gran volumen de conceptos que sólo pueden
encontrarse en un sinfín de textos, artículos, revistas y en esta era en las
redes sociales, páginas web— blogs de algunos pedantes etc. —; del mismo modo,
muchos profesionales de este rubro se convierten en autores de referencia para
la disciplina.
Para
ir rematando, que este artículo se está haciendo extenso, y por lo tanto corre
el riesgo de volverse turbio, vale plantear la interrogante que aqueja a muchos
de los estudiantes del 9no y 10mo semestre: ¿A qué se puede dedicar un politólogo?
Lo
primero que debemos tener claro —y que debemos explicarles a nuestras familias
y aquellas personas que se entera por primera vez de que va esto— es que un
politólogo no estudia para ser presidente y mucho menos para ser político. Así
que no es obligatorio dedicarnos a la política. En realidad, nosotros nos
dedicamos a estudiar la política. Haciendo un símil nosotros somos a la
política, lo que el medico a la salud o a la anatomía humana. (¡Dioses benditos, que no haya dicho yo una
bestialidad!) ¿Un politólogo no puede
hacer política? De poder puede, lo que no podemos afirmar es: que
seamos los más capacitados para hacer política.
Hecha
esta salvedad, volvemos sobre la pregunta ¿Qué
puedo hacer? Y en términos ideales,
aquí va la respuesta:
Trabajar en la Administración
Pública
Allí
nuestra función es la de desempeñar funciones en los diferentes aspectos
gestión, diseño y ejecución de políticas públicas; esto incluye cualquiera de los niveles de la
distribución de las competencias políticas territoriales del Estado (Vamos que
podemos hacer esto para el alcalde, el presidente, el gobernador o hasta para
el jefe de la junta de condominio). Otros de nuestros trabajos o competencias
dentro de la administración pública pueden ser: crear, diseñar, dirigir y
evaluar campañas de participación ciudadana, diseño y seguimiento de
políticas públicas, planes de igualdad, estudios sobre grupos específicos de la
población, mediación y resolución de conflictos, planificación urbanística o
servicios en el cuerpo diplomático del Estado. El politólogo también está
capacitado para ser asesor de los legisladores, representantes electos que
elaboran y aprueban leyes y normativas.
Ejercer la Docencia (Esta es la que
más me gusta, hay un sesgo, si lo sé)
Otro
de los espacios laborales que tiene un politólogo es enseñar asignaturas como
Teoría política, Sociología política, Historia de la política, Análisis de
políticas públicas, etc. Muchas carreras universitarias, como por ejemplo
Derecho, Ciencias Económicas o Sociología, incorporan en sus planes de estudios
alguna asignatura relacionada con la política (Tenemos que formarnos a nosotros mismo ¿Quién más lo va a hacer? Y
evitar que aquellos que necesitan saber algo de política sean deformados). En
otros países los politólogos pueden dar clases en el nivel secundario. Yo soy
partidario, de que la política y la filosofía política deberían formar parte de
todos los niveles de la educación. Allí deberíamos hacer un trabajo conjunto
los pedagogos, los politólogos y los filósofos. Mi idea es: si desde temprano
aprendemos que son los deberes y derechos, que es la política, cuando lleguemos
a la adultez tendremos mejores nociones y criterio. Coye, así por lo menos a
los políticos les va costar un poco más el engañarnos.
La Investigación
Una
de las opciones para un licenciado es la
investigación, esta, con mucha frecuencia
va vinculada a la docencia (docente universitario e investigador a
tiempo parcial). En este caso, quien sufraga el coste de la investigación (es
decir, quien le paga el sueldo al investigador) puede ser una universidad, la
administración pública vía beca, un centro de estudios políticos, una
institución, un organismo internacional etc. El politólogo que se consagra a
investigar es aquel que busca nuevas ideas o nuevas aplicaciones a las ideas
políticas ya conocidas.
Consultoría
Esta
es, en cierta medida, el gran objetivo de todo politólogo. Ser consultor
significa ejercer por cuenta y riesgo propio, ser autónomo. En algunos países,
y en el nuestro más, es algo riesgoso y no siempre gratificante. Pero,
te permite trabajar para diferentes entes, que van desde el Estado,
pasando por instituciones privadas, organizaciones políticas o con fines políticos, individuos (asesorar
políticos dentro y fuera de una campaña)
instituciones privadas, académicas y un largo etc., los encargos pueden
ser muy variados tales como: análisis
electorales, estudios de opinión y análisis electoral, marketing político para
candidatos o partidos, asesoría financiera para entidades públicas u ONG,
consultoría sociopolítica para medios de comunicación, etc.
Sector Privado
Las
grandes empresas y en especial la mayoría de las multinacionales necesitan
profesionales polivalentes como el politólogo para llevar a cabo trabajos específicos
entre los que se pueden encontrar: mejorar la imagen institucional de la
empresa, optimizar la organización interna, realizar investigaciones de mercado
o ejercer como lobista con los poderes públicos que legislan. También hay hueco
en el sector de la comunicación como experto/redactor de política.
Partidos políticos
En
los partidos políticos, la figura del politólogo “es apreciada” ya
que puede desempeñar muchas tareas diferentes, y las más importantes son:
estudios de procesos electorales, diseños de campañas, comunicación y
relaciones públicas, marketing político y asesoría política.
Como
ustedes pueden ver existen, para nosotros un amplio abanico de opciones. Es
necesario acotar que, en esos espacios hay competencia, no solo de los nuestros
sino desde otras disciplinas. Pero, no se puede negar que tenemos
oportunidades. Ahora bien, ¿Qué tan fácil es entrar allí? ¿Quiénes pueden
entrar? Y ¿Qué nos hace falta para meternos en berenjenal? Ya es otra cosa,
además que en este momento no tengo respuestas para la mayoría. Será cosa de
otra historia.
Por
ahora, solo basta con decir que en cierto sentido —más o menos ideal
dependiendo del país y las posibilidades de cada quien— esto es para lo que
servimos los politólogos. Lo demás son aditamentos y cosas que llegaran con el
tiempo.
Por
último, regresando al primer punto, como el Ouroboros, ¿Qué puede hacer el
egresado de Estudios Liberales? Pues mi respuesta es: Yo no sé. No prometo
nada, pero tal vez, si un día me animo, lo descubrimos. Porque, no recuerdo que
en aquel entonces, cuando disertábamos se diera con una respuesta.
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