¿Que aprendí de las elecciones de EEUU y otras cosas?

 



Esta semana pasó algo muy interesante: se llevaron a cabo las elecciones en EE.UU. al igual que hace 4 años, estas elecciones han resultado ser muy tensas. En el 2016 recibimos un batacazo, Hilary Clinton no pudo vencer a Donald Trump, de forma tal que este señor, que es un Outsider, logró colarse dentro del gobierno estadounidense.

Empresario, showcero, controversial y populista. Apelando a los sentimientos primarios del pueblo estadounidense, que se sentía vapuleado y olvidado por su gobierno. Un hombre sin experiencia política —no tuvo ningún cargo previo— asumiría la presidencia de EE.UU una de las principales, sino la principal, potencia de nuestro mundo.

Este maverick[1] realizó un gobierno vistoso y controversial. Donald Trump realizó algunos actos confusos, se peleó con sus aliados en Europa, inició una serie de controversias comerciales con China (que siendo sincero tenían que hacerse) y se valió de un estilo muy extraño para tratar de conseguir la paz con Corea del Norte. Levantó la economía de su país, pero manejó muy mal la crisis del Covid-19 y los problemas étnicos que se intensificaron a raíz de la muerte de George Floyd.

Ahora, en la primera semana de noviembre, este personaje, casi salido de una caricatura de South Park o los Simpson mide fuerza con Joe Biden, quien fuese vicepresidente de Obama y que es una figura racional, pero un tanto gris. Ambos hicieron una campaña interesante y atípica, donde lo emocional primó mucho, hay mucha rabia contenida, hubo mucho show y gasto publicitario. Pero, por encima de todo, hay o hubo muchas expectativas. Varios articulistas del Washington Post y el New York Times consideraron a esta elección como muy violenta.

Vale la pena decir, que la campaña fue demasiado compleja, especialmente por el papel que jugó la pandemia. Pero, más complejo ha resultado todo el proceso electoral. Para el día 5 no hay un panorama claro. Lo que si hay es un escenario que puede generar mucho ruido en EE.UU. y a la vez aumentar la temperatura en un país que, en los dos últimos años, se ha polarizado mucho[2]. Me refiero al escenario del Empate. En caso de que ambos candidatos queden en las mismas condiciones, le corresponde al Congreso decidir quién gana. Pero, hay uno más controvertido, y es que Trump busque una solución judicial, como ocurrió con George Bush contra Al Gore. Este panorama es el más posible, por  la actitud que tuvo la Casa Blanca el día 4 a las 2.00 AM cuando el presidente comenzó a cantar fraude. Y eso, sin tomar en cuenta la negativa de este de reconocer los votos que se cuenten los días posteriores al 3, como señala la ley con los votos por correo y los anticipados.

Como ustedes pueden ver, el proceso es realmente complicado y cualquier conjetura realizada se vuelve fútil y lo que hace es generar más incertidumbre. Yo espero que gane alguno, sin tener que valerse de argucias.

Dicho esto, vuelvo a la idea que anima este artículo ¿Qué aprendí de este proceso electoral?

  • 1.      Que el populismo es un mal que ataca a todo el mundo. Nadie, ni la supuesta democracia más perfecta, está exenta de contagiarse de ese virus. La cuestión con él es: que es diferente la forma como cada sociedad lo procesa. Mirad lo que paso en España con Podemos y Ciudadanos, que aparecieron como un rompehielos, pero al final de desinflaron. O Vox, que no termina de  ser contundente.
  • 2.      Que para la cultura latinoamericana es difícil comprender una elección de segundo grado.  
  • 3.      Que por las características inherentes a este tipo de proceso, las encuestas no dicen nada. Para ser sincero, el día 3 se cayeron todas las encuestas. Hasta ahora ha sido difícil predecir el comportamiento, no solo del electorado estadounidense, sino de los Colegios Electorales, que en este caso son el pilar de todo el proceso.
  • 4.      Que hay algo interesante en este proceso, pareciera que el pueblo estadounidense no está votando por Biden, porque lo consideren mejor líder. Sino, que parecieran estar votando contra Trump. Observen un mapa y verán que las dos costas, que son los centros urbanos, tecnológicos, intelectuales y avanzados del país están el azul. Solo el medio y parte del sur, que es rural y ha sido golpeado económicamente, le ha sido fiel al presidente.
  • 5.      Que los procesos históricos son realmente diferente, así nos todos tengamos el mismo problema. Pero, por encima de todo, que los venezolanos no queremos entender eso.


DE LOS VENEZOLANOS Y LOS CAMBIOS EN OTROS PAÍSES

Es el centro de la Galaxia ¿se parece a Venezuela? 

En diferentes redes sociales me enteré de algo. Muchos venezolanos han comentado que sin en Estados Unidos gana Joe Biden, el comunismo y el socialismo se llevaran a todos por los cachos. Que esto, en cierta medida, es lo mismo que va a ocurrir en Chile a raíz de la idea de  hacer una nueva Constitución.  El caso de Chile ya lo comenté aquí. Así que nos concentraremos en el caso EE.UU.

Lo primero que debemos tener presente, es que la izquierda anglosajona no es igual que la izquierda que nosotros conocemos; ni remotamente cercana. Si bien los demócratas se preocupan un poco por lo que ocurre dentro de sus casa, por algunas cosas sociales, siguen siendo liberales en un montón de elementos. Pero, nada es cercano a las ideas propuestas por el materialismo histórico. Si acaso se acerca un poco a la izquierda europea, que aspira al alcanzar el Estado de Bienestar.

Lo segundo que debemos tener presente, es que si bien lo que ha ocurrido con Donald Trump se asemeja un poco a lo que pasó en Venezuela con Chávez, en Brasil con Bolsonaro y Lula —No en ese orden— Ecuador con Correa, El Salvador con Bukele, en Hungría con Orbán, en México con López Obrador, en Colombia con Uribe. No cierto es que no significa que vayan a sufrir el mismo destino. Las figuras nombras son producto de un quiebre en los sistemas políticos. Resulta ser que, cuando un sistema político es incapaz de dar respuestas a la sociedad, se estanca y a la larga, todo el descontento estalla y se manifiesta a través de un movimiento (revolución o reforma) o a través de una figura, esta última mesiánica.

En EE.UU. a quienes creíamos inmunes a este mal, se manifestó en la figura de Trump, gracias a una crisis de liderazgos tanto en el partido Demócrata, como el partido Republicano.

Vale la pena señalar, que este proceso es cíclico, Polibio —creo— lo llamó Anaciclosis. Resulta ser, que un gobierno puro se corrompe, cuando la corrupción se hace insostenible se da paso a otra forma de gobierno pura, que la larga se corromperá dando paso a otra forma de gobierno, hasta volver al punto de origen. 



Visto así sería: una monarquía se vuelve una Tiranía. Hartos del tirano un pequeño sector de la sociedad, los mejores, se alzaran contra este y lo depondrán. El siguiente gobierno será una aristocracia. Con el tiempo la aristocracia pierde su brillo y se vuelve una oligarquía. Esta última puede asumir muchas formas: plutocracia, meritocracia, castrocracia. Cansado de esta gente el pueblo se alzará contra ellos, instaurando un gobierno popular o Democracia. Con el tiempo, y a raíz de las paranoias, la democracia decae y se vuelve una Oclocracia. Y, en medio de esa anarquía surgirá un hombre que volverá a poner todo en orden, y nos llevará de nuevo al punto de partido: la monarquía.

Este proceso se resolvió con una forma de gobierno que combina a las tres puras: la República. Esta forma avanzada de gobernarse, tiene una serie de pesos y contrapresos que evitan el problema. Pero, todo sistema es alterable o hackeable, y ocurren cosas como las de América Latina, donde no entendemos lo que es ser ciudadanos y terminado cediendo antes esas figuras autoritarias personalistas. O lo que acaba de pasar en EE.UU. con Trump vulnerando todo el sistema.

Como ustedes pueden ver, hay semejanzas, pero nada parecido. Esto me lleva a comentar las percepciones de mis compatriotas tanto fuera como dentro de nuestras fronteras. Es imposible y poco probable que cualquier presidente en EE.UU. donde todos son institucionalistas, que se pueda ir a un proceso revolucionario y des-institucionalizador como ocurrió en Venezuela y otros países de la región. Si bien el sistema se vulneró, permitiendo la existencia de Trump y su ascenso al poder, lo cierto es que no permitiría que avanzara más de lo que ya hizo. Claro ejemplo de eso es que ¿fue capaz de cumplir lo que prometió en 2016? La respuesta es No.

Peor aún, si ustedes hacen un ejercicio de retrospectiva, busque al otro Mesías estadounidense: Obama ¿cumplió lo que prometió? ¿Mejoraron las condiciones para los afroamericanos y los extranjeros? La respuesta es no. ¿Por qué? Porque en EE.UU. hay todo un sistema diseñado para frenar a cualquiera. Y, a pesar de que Trump sigue siendo un maverick, ha descubierto que no se puede llevar a todos por el medio. Salirse con la suya no ha resultado fácil. Y, al parecer, ahora está pasando factura.

Es por eso, que difícilmente Trump volverá a EE.UU. en algo parecido a Venezuela. mucho menos Biden, que es más racional y menos emocional —cosa que si es Trump— y mucho menos  —si algún día llega al poder— Bernie Sanders, a quien se considera de izquierda.

Lo que si se repite —algo que comente en el artículo sobre Nagorno Karabaj— es la manía venezolana de considerarse el ombligo del mundo. Por lo tanto, lo que le pasó a ellos, debe pasarles a todos por una suerte de regla cósmica de tres.

Los venezolanos tenemos un problema con los mitos. En el artículo sobre la Biblia vimos que todos los pueblos tienen sus mitos y narrativas, eso es inevitable. En el caso de Venezuela, nuestros cuentos se han instalado en nuestro ADN, en la cuarta república abusaron de ellos y en la actual nuestro gobierno ha hecho lo mismo —algo muy orweliano— con nuestra historia y mitos, por eso pensamos que Venezuela es super importante. Lo cual no es cierto, asi que señores EE.UU. y Rusia nunca se van a transar por nosotros, la última no va a ceder a Ucrania por Venezuela o a Siria. Lo que pasó en Venezuela no se repetirá en otros países —miren a Bolivia y Ecuador— Y, si bien nuestro antepasados ayudaron en la emancipación del continente, no hace de Venezuela una nueva Jerusalén o su petroleo algo tan preciado que valga la pena una invasión.

Señores, cada realidad es diferente y nuestro cuento no se repetirán en otras partes del mundo, menos en EE.UU.



[1] Este término hace referencia a los caballos salvajes e indómitos. En castellano sería un caballo cimarrón. Eran caballos salvajes, que se perdieron en las planicies de EE.UU. se reprodujeron, multiplicaron y se volvieron salvajes. Un maverick es un caballo difícil de domesticar. En este caso, se usa porque, en términos político, el presidente Trump  no ha entrado en el carril político.

[2] El movimiento Black Live Matter y #MeToo son, desde un punto de vista político y social, un claro ejemplo de dicha polarización. Lo peor de es que el presidente no lo manejó muy bien.

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