Afganistán bajo la bota Talibán: ¿Que podría pasar?
Lo
que el presidente Obama prometió hace tiempo se está concretando estos días durante
el mandato del presidente Biden. EE.UU después de una larga —y desgastante—
guerra de veinte años se retira de Afganistán. La intención de la actual
administración es que esto ocurra antes del 11 de Septiembre de 2021.
La
decisión se anunciada se comenzó a concretar en julio y desde entonces los
Talibanes, que hasta el momento estaba resistiendo, han pasado a la ofensiva. No
conforme con eso, su avance ha si de tal calibre, que en tres días han conquistado cinco ciudades, y están apuntando a una de las ciudades más
importantes: Kunduz, con ella crearían un corredor que le daría control del país
y del tráfico de cualquier cosa.
La
victoria de estos combatientes se debe a varios factores: el primero es el
miedo, tal es el terror que generan, por su gobierno previo y la fama que
tienen, que muchas de las fuerzas gubernamentales afgana se retiran de un sitio
cuando saben que los talibanes van hacía allí. La segunda razón se debe a que
han aprovechado lo que EE.UU. y las fuerzas afganas han dejado atrás. En tercer
lugar, también han ganado terreno, porque no están ajustando cuentas cuando toman
control de un lugar. Además, están, en cierta medida, dando respuestas a los
problemas de la localidad —En especial en materia de justicia y reclamaciones
territoriales— cosa que los diferencia del gobierno previo que era percibidocomo corrupto e ineficaz.
Con
dichas acciones, los talibanes están generando legitimidad, al ser aceptado por
la mayoría. Es evidente que muchos no le creen, pues también han visto como
algunas cosas, especialmente culturales, están retrocediendo, pero creen que
pudo haber sido peor. Vale la pena destacar, que ante los medios
internacionales están haciendo todo lo posible para vender la idea de que no
vienen con malas intenciones.
Lo
que sí está causando ansiedad, y corre el riesgo de generar pánico es que las
fuerzas estadounidenses y británicas están apresurando la evacuación. Por ejemplo,
mientras escribo este artículo, me entero de que los estadounidenses están considerando
reducir su personal diplomático en Afganistán. Mientras las fuerzas se
atrincheran en Kabul, en el imaginario internacional comienza a surgir las imágenes
de las fuerzas estadounidenses evacuando —a lo loco— la ciudad de Saigón. Es cierto,
que son dos momentos históricos, pero los paralelismos entre ambos fenómenos son
grandes. En gran medida porque este fue un conflicto asimétrico, donde la geografía
jugó un papel fundamental, igual que en Vietnam.
Pero
dejando de lado las semejanzas. Y el hecho de que la Guerra de Afganistán del
72 se considerará el Vietnam soviético, mejor concentrémonos en el impacto que
tendría, en el Cáucaso, Medio Oriente y Asia Central, la probable victoria
talibán en Afganistán.
El
Estado en cuestión comparte fronteras con Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán,
Pakistán y la República Islámica de Irán. No conforme con ello, se encuentra en
el área de influencia de China, Rusia y hasta India. Dicho esto ¿Cómo los afectaría?
Un
Afganistán en manos talibanes estaría inmerso en un gobierno islámico sunita
extremista. Uno que, sin duda alguna, podría vociferar a los cuatro vientos que
derrotó a dos potencias del mundo occidental: EE.UU. —quienes detentan la hegemonía
mundial— y el Reino Unido. Esto les dará a los radicales un arma retorica que podría
surgir como una potente brisa que avivaría las brasas del islamismo en otras
partes de Asia Central y el Cáucaso. Uno de los sitios donde estas chispas podrían
encender un viejo fuego es Chechenia en la Federación
Rusa. Así que, aunque pensemos que está muy lejos (si miramos un mapa) lo
cierto es que la Rusia de Putin puede encontrarse con rebeldes islamistas en sus puertas
soliviantados por los talibanes afganos.
Pero,
ese no sería el único problema al que tendría que hacerle el nuevo Zar. Hay otro
dilema, y es una razón que lo puede mover a actuar: Rusia tiene intereses económicos
en la Zona. Por allí pasan varios gaseoductos y oleoductos; además, que por
allí también pasaría la nueva Ruta de la Seda que China está construyendo.
Su
ruta, será primera razón que preocuparía a China.
Si bien es cierto, que está se va a mantener firme a su doctrina de no meterse
en los asuntos de los demás. Y, si bien es cierto que su área de influencia
caliente es la región del pacifico; China no puede ignorar lo que ocurra aquí.
Pero la incidencia no solo pasa por lo económico, sino que una victoria talibán
podría activar a Pakistán, lo que a su vez prendería las alarmas de la India. Y
todos debemos recordar que China e India comparten una frontera caliente. Así
que el Gran Dragón debe buscar un mecanismo —así sea blando—, para inmiscuirse
allí sin arriesgar tanto.
En
el caso de la India y Pakistán es
evidente que el auge del radicalismo musulmán podría perjudicarlos. En el caso
de Pakistán porque podría verse infectado por ese mal. En el caso de la India,
porque exacerbaría las diferencias religiosas entre hindúes y musulmanes. Y es
que dese hace unos años, esos roces han ido aumentando. Otro tema que pondrían sobre
la mesa es Cachemira, un tema de alta densidad para ambos. Aunque, yo creo que
estos dos gobiernos preferirían cooperar y hacer frente a un Afganistán
radicalizado, antes que dejar que ese toro se los lleve por los cuernos. Vamos,
cooperación defensiva será el término.
Rambo, es el único soldado estadounidense que ha tenido éxito en Afganistan... y es ficticio, por cierto, Rambo ayudó a los talibanes a luchar contra los soviéticos. ¡Que vueltas da la vida! |
La
República Islámica de Irán. Sí, a los iraníes esta situación les preocuparía,
en especial porque los talibanes son sunitas y la nación persa es chiita. Pero,
la cuestión aquí no debe minimizarse en términos de choque intra-civilizacional.
El problema aquí tiene que ver con la estabilidad. Los talibanes afectarían los
intereses de esta república en Asia Central y también podría afectar el
problema dentro de Irán. Pero, lo peor es que si Afganistán se vuelve un
bastión del islamismo radical sunní en la región, sería hasta cierto punto una
ficha de Arabia Saudita. Y todos sabemos cómo son las relaciones entre los iraníes
y los sauditas, quienes están —tras bambalinas unos y otros— luchando por
Yemen. ¿Por qué metí a Arabia Saudita en
esta situación? Porque estos, junto a los estadounidenses, son responsablespor la existencia del talibán.
Para
ir cerrando, nos queda Turquía —Sí, hay que meter a Erdogan en la ecuación, no
solo porque este Estado haya sido objeto de mis estudios académicos en los últimos
años—, sino porque esta es su zona de influencia. Si el paso de los oleoductos
rusos están en riesgos, es evidente que los suyos también, pues están el mismo
tren. Por otro lado, Erdogan tiene su venita musulmana, pero debe mantener las
formas de Turquía. Así que la existencia de un Estado islámico sunní radical representaría
un modelo totalmente opuesto a lo propuesto por el Kemalismo o la nueva política
exterior creada por el gobierno del AKP. Pero, saliendo de lo formal, un
gobierno extremo podría hacer que el
secularismo turco se fortaleciera. El modelo híbrido turco, entonces no
sería tan apetecible. Ahora, Turquía está
pasando un mal momento con los incendios, además que al igual que Irán y Rusia están
metidos en el problema de Siria, entonces tendríamos que preguntarnos ¿Qué tan dispuestos están a meterse en un
problema con el Talibán? ¿Las ganancias compensarían el costo?
Por
ultimo tenemos a EE.UU. a este le afecta de forma diferente. La primera es que
la actual administración está cumpliendo con una promesa de vieja data. La segunda,
es que al irse —aquí no se si esta variable se tomó en cuenta o se hizo sin
considerarlo—, han dejado un problema que las potencias regionales deberán resolver.
Uno tan difícil que desgastará a los adversarios de la potencia. En términos de
realismos ofensivos, el gobierno de Biden hace un Buck-Passing bien lindo que pondría a sus adversarios contra las
cuerdas. Ellos y Europa, pagaran los platos rotos ¿Europa? Sí ¿Quiénes están más
cerca? En efecto la UE, y esta será la que sentirá el peso de los atentados
terroristas hechos por los islamistas soliviantados por el ejemplo talibán.
De
todo esto nos queda claro algo: tener control efectivo del territorio no implica que se ganó la guerra. Los estadounidense estuvieron 20 años en Afganistán y en pocos meses su adversarios resurgen casi del polvo y están deshaciendo todo. Por lo tanto los objetivos de acabar con el terrorismo no se cumplieron. Y
también demostraron lo inútiles que son, pues en 20 años no fueron capaces de
crear una estructura sólida que fuese capaz de soportar su ausencia. El Estado
afgano se está haciendo pedazos y todavía el último americano no ha salido de
ese país. Arrasar y conquistar es fácil, crear y construir no tanto.
Aunque
estoy especulando, no nos debe extrañar, que en poco tiempo, EE.UU. tenga que
volver a la región, porque todo esto se ha salido de control y ha vuelto como
un boomerang.
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